viernes, 28 de septiembre de 2012

LA EDUCACIÓN DEL TALENTO, José Antonio Marina.
Editorial Ariel, de la Bliblioteca de la Universidad de Padres.

El objetivo de la educación debe ser desarrollar el talento, es decir, la inteligencia en acto que resuelve los problemas prácticos; que utiliza bien nuestras destrezas y capacidades para dirigir nuestra acción hacia una vida lograda.
La inteligencia la divide en dos tipos y unos criterios: la inteligencia generadora (la que creo las ideas), la inteligencia ejecutiva (la que sabe llevar esas ideas a la práctica, mediante una programación y constancia en la resolución) y los criterios de evaluación.
En los tres aspectos de la inteligencia (generadora, ejecutiva y criterios de evaluación), la actividad mental inconsciente juega un papel muy importante. De dónde o cómo se nos ocurren las cosas? Cómo acabamos decidiendo por cómo llevar a cabo el proyecto? Cómo evaluamos cual es la mejor decisión?).
Por este motivo, una tarea importante es programar o saber educar el inconsciente, integrar los conocimientos (no tener que pensar o computar para llevar a cabo ciertas tareas – como por ejemplo un tenista o un espadachín ante su rival).
En ese proceso de aprendizaje juega un papel muy importante la idea que tengamos sobre nuestras capacidades; por este motivo es importante fortalecer la autoestima de las personas (que favorecerá la aparición de la perseverancia).
La inteligencia generadora produce deseos, sentimientos (de los cuales no somos culpables, aunque sí de nuestras reacciones) e ideas.
La inteligencia ejecutiva debe dirigir la mirada, dominar la atención, planificar, regular las acciones, inhibir el impulso, tolerar la frustración, aprendizaje de la obediencia. El habla interna (y por tanto el lenguaje) tiene un papel fundamental (demostrado, por ejemplo, en los deportistas de élite).
Los criterios de evaluación serán nuestras guías, nuestros modelos interpretativos (que condicionarán y influirán nuestro actuar). 

 

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