LA EDUCACIÓN DEL TALENTO, José Antonio Marina.
Editorial Ariel, de la Bliblioteca de la Universidad de Padres.
El
objetivo de la educación debe ser desarrollar el talento, es decir, la
inteligencia en acto que resuelve los problemas prácticos; que utiliza
bien nuestras destrezas y capacidades para dirigir nuestra acción hacia
una vida lograda.
La
inteligencia la divide en dos tipos y unos criterios: la inteligencia
generadora (la que creo las ideas), la inteligencia ejecutiva (la que
sabe llevar esas ideas a la práctica, mediante una programación y
constancia en la resolución) y los criterios de evaluación.
En
los tres aspectos de la inteligencia (generadora, ejecutiva y criterios
de evaluación), la actividad mental inconsciente juega un papel muy
importante. De dónde o cómo se nos ocurren las cosas? Cómo acabamos
decidiendo por cómo llevar a cabo el proyecto? Cómo evaluamos cual es la
mejor decisión?).
Por
este motivo, una tarea importante es programar o saber educar el
inconsciente, integrar los conocimientos (no tener que pensar o computar
para llevar a cabo ciertas tareas – como por ejemplo un tenista o un
espadachín ante su rival).
En
ese proceso de aprendizaje juega un papel muy importante la idea que
tengamos sobre nuestras capacidades; por este motivo es importante
fortalecer la autoestima de las personas (que favorecerá la aparición de
la perseverancia).
La
inteligencia generadora produce deseos, sentimientos (de los cuales no
somos culpables, aunque sí de nuestras reacciones) e ideas.
La
inteligencia ejecutiva debe dirigir la mirada, dominar la atención,
planificar, regular las acciones, inhibir el impulso, tolerar la
frustración, aprendizaje de la obediencia. El habla interna (y por tanto
el lenguaje) tiene un papel fundamental (demostrado, por ejemplo, en
los deportistas de élite).
Los
criterios de evaluación serán nuestras guías, nuestros modelos
interpretativos (que condicionarán y influirán nuestro actuar).
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